En todas nuestras publicaciones sobre costos aclaramos que hay diferentes metodologías en las cuales basarnos para calcularlos.
Una de ellas es aplicar el concepto de la Toma de Decisiones.
Este concepto considera como costos a los que cumplen con las siguientes consideraciones:
* Deben ser FUTUROS: Es decir, debe ser un costo nuevo en el que se incurre. Por ejemplo, si tenemos un resago de una producción anterior, y decidimos utilizar para producir algún producto de menor calidad, no es considerado como costo. Esto es así, porque por más que hagamos o no esa producción, el costo ya fue incurrido.
* Deben ser DIFERENCIALES: Esto es, que sea un costo que no coincida en todas las alternativas que tengamos en análisis. Es decir, si analizamos 3 alternativas de producción diferentes, en las cuales las tres demandarían un costo de alquiler de $3000.-, no debemos considerar ese costo. Por más que sean diferentes locales. Si el costo de alquiler es el mismo, no va a marcar la diferencia.
* Deben ser SIGNIFICANTES: Hablando de marcar la diferencia, si el costo que estamos analizando es menor en gran medida a los otros costos, no se debe tomar. Es decir, si estamos analizando un proyecto en millones de pesos y uno de los costos es “Limpieza del local” por un costo de $500.-, no hace falta considerarlo, por más que sea Futuro y Diferencial.
Estas tres consideraciones se deben cumplir simultáneamente. Es decir, que si no se cumplen todas, no es considerado costo.
Lo que se busca con esto es realizar un análisis más práctico, ahorrarse detalles y poder tomar decisiones más rápidas, excluyendo conceptos que no cambiarían la decisión.